domingo, 15 de mayo de 2016

Algo fugaz e irreal






Cuando apareció, mi corazón no dejaba de latir ¿me acercaré?... se pregunto la joven mientras a lo lejos lo veía pasar por los pasillos con esa sonrisa tan cálida que era capaz de hacerla olvidar toda razón que la limitaba para poder acercarse.

De pronto un día sin más aquel joven se acerco y la saludo, el corazón de la chica palpitaba rápido, temeroso y ansioso de aquella emoción que fluía por todo su cuerpo, empezaron a hablar y poco a poco fluía la conversación, tema de todo tipo y se dieron cuenta de todo lo que tenían en común.


Pasó el tiempo y todo fluía entre los dos, los sentimientos, el cariño, las bromas, todo tomaba un cauce con calma, hasta que un día de la nada surgió un beso; un primer beso que surgió de la nada y del todo, en un solo instante bajo un árbol, en una calle donde estaban todos y que en ese momento fugaz no existía nadie más que ellos dos.


Fue el momento en el que la joven temerosa y frágil comenzó a huir, a alejarse, Pero él con su calma, esa dulce calma que tenia la tomó por la cintura se acerco a su oído y le susurro mientras la abrazaba, "No te alejes, no temas y confía en mi" en ese instante rodeada entre sus brazos, no puso más resistencia y su instinto la hizo esconderse en su pecho como si quisiera hundirse en el sabiendo que no la lastimaría.

Las salidas seguían y los momentos que compartían eran más continuos más intensos lo que los hacía más difíciles de olvidar, aquella joven lo entregaba todo como si fuese un sueño en el que no había temor por lastimarse pues sabía que nada de eso era real, o eso ella creía, así lo pensaba y así lo vivía.


Un día de la nada todo ese sueño acabo, con la helada distancia que puede matar algo tan fugaz tan efímero como el tiempo mismo que mantenía a aquellos dos en una realidad falsa en la que vivían felices hasta que la realidad llamo y entro sin más permiso que aquel derecho que ella tiene para estar y permanecer.

La joven destrozada pero en pie se alejo fingiendo que podía soportarlo sin importar el dolor y sabiendo que no era así; tomo la ilusión, el cariño y el añoranza de aquel abril y bajo las jacarandas las enterró, sabiendo que el tal vez en otro tiempo, en otro vida y momento volverían a florecer.

Regreso al lugar y los dos se miraron y en la mirada una melancolía en ella, en los ojos de él una confusión y una culpa fácil de disimular y los dos en una sola mirada diciéndose disimuladamente, "finjamos lo que somos, seamos lo que fingimos" , pero en la vida los momentos llegan de la nada y de la misma manera se van.


El atardecer llego y con él las lágrimas de un alma rota tratando de encontrarse entre los pedazos de todo aquello que se construyo, pero así como estaba el dolor de igual manera hasta los desencantos tienen gracia.